lo más coherente

segunda mitad del segundo (cuarto) semestre.

entonces... la semana anterior a mi cumpleaños, el fin de semana para ser más específico, me fui a Valparaíso, a los mil tambores para ...

muy segundo medio.

Hoy el profe de matemáticas nos contó una pequeña historia sobre su jefatura: segundo medio dosmiltrece.

En un contexto más o menos así, Profesor menciona que las completadas bailables son buenas. Nosotros respondemos que son aburridas y dan lata, entonces Profesor nos incita a pensar en otra manera de juntar plata. Nosotros opinamos que las completadas no son tan fomes, pero luego Profesor condiciona su participación sólo si el evento es sano -18. -Puta la hueá fome- pensé -sí, weon- escuché después.

Como sea, luego de agendar la completada a la que no iré, empieza con su anécdota que recordó mis ahora lejanos años de experimentación. Creía que todos habíamos pasado por la edad en que tuvimos las salivas de todo nuestro grupo de amigos, o la de los no tan amigos, o la de extraños de Salvador o Parque Bustamante (¿Aló, O'Higgins?). Pero no, el Profe al mencionar a Sodoma & Gomorra, me hizo ver que el mundo es mucho menos promiscuo de lo que creí. Para qué mencionar que fui el centro de miradas cuando contó que sus pequeños estudiantes eran heterocuriosos. Igual perso comerse a un compañero en frente del Profe, o sea, otra hueá, -ni siquiera yo la he hecho-.

Me puse a pensar en la juventud de hoy en día, y quizá los niños de segundo sean igual o más promiscuos que yo. Pensándola mejor es probable que a mi edad terminen más carreteados que yo...

soy nicolás.

Lo que más quiero es cumplir diecisiete años, aunque no me preocupa en lo más mínimo si los aparento o no. Sueño despierto la mayor parte del tiempo y el cigarrillo es mi incondicional fiel compañero. Voy calmo evitando pleitos y siempre quiero estar ahí para quien quiero. 

No soy perfecto, por eso me esfuerzo en ser lo mejor para Daniela. -Ella si es perfecta.- Chinita, lista y esbelta; a veces me imagino la vida sin haberla conocido y seguro no la soportaría. Ella y mi hermano son los sostenes de mi vida. Fernando y yo nos parecemos mucho, y sé que es el único recorrería el mundo entero así se lo pido. Mi padre nunca está mas que para algo político, y el alma libre de mi madre a ratos pareciera irse con el viento y golpear como un huracán.

Quisiera ser perfecto y que mi madre estuviera orgullosa de mí. Quisiera serlo para que Daniela no se aburriera nunca de mí. Serlo y que mi hermano no viera una cadena entre nos. Mi mente grita y a veces no se controla, se nubla y deseo no estar para evitar más daño.

Nunca quise golpearte, mamá. Sólo quería que te callaras, que dejaras de recordarme lo inútil que soy. Me esfuerzo, lo juro. ¿Acaso no lo ves?

Cuando volvió a respirar la sordera se había apoderado de mí. Mis manos lucían falsas y el tiempo se paró. Corrí todo lo que pude queriendo escapar, me daba pánico siquiera pensar. La eterna avenida no hallaba referencia y jamás miré atrás. Las luces de los autos no me cegaban y sus bocinas sonaban ahogadas. No sé cuánto tiempo corrí antes de parar. Mirando la calle desierta, y no hasta después del segundo cigarro, me vi sentado con los autos rozando mis pies, a quince kilómetros de mi casa y sin nada a qué aferrarme después. Fue un impulso, la liberación de mi verdadero yo.

Mi mamá me odiaba y Daniela no estaba para tranquilizarme; no había nadie para tranquilizarme. Entre lágrimas perdí la conciencia de donde me hallaba. No esperaba nada y bajo estrellas, la luz cegadora, fue mi último recuerdo.

Desperté en la van de Fernando, íbamos camino a su departamento. Daniela tenía tomada mi mano al mismo tiempo que apoyaba su cabeza en mi hombro, supuse que Fernando le había contado. Éste sólo mencionó, al notar que había recuperado la conciencia, que mamá estaba bien, pero que esa noche la pasaría con él. Al llegar a su depto, luego de dejar a Daniela, sólo concilié el sueño durmiendo junto a él. A veces pienso en lo libre que sería su vida si no tuviera que cuidar de mí, o en lo cómodo que dormiría si no fuera a dormir con él luego de una pesadilla.

Fernando se había ido cuando desperté. Fui a buscar a Daniela al colegio, junté valor y volví a casa. Mi vieja no me dirigió la palabra más para alguna pregunta ocasional. No supe de qué forma no pedirle perdón. Luego de eso, el resto de los días siguieron igual. Creo que fue ingenuo pensar que mi vida cambiaría, incluso para peor.

Papá aún vive sólo de política, mamá aún me grita cuando recuerda que existo y sigo esforzándome en que Daniela no se aburra nunca de mí. Mi hermano sigue siendo mi único apoyo, aunque sea triste no vivir con él. Me esfuerzo todos los días en responder que estoy bien y contenerme para no volver a explotar; esperando ya no cumplir diecisiete, sino dieciocho y poder algún día tener algún incondicional que no sea vicioso.



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