Tiempo atrás me prometí a mí mismo que nunca iba a escribir sobre una relación actual; pero aquella promesa se convirtió en un impedimento, y aquél impedimento no es más que el recuerdo de un sueño. La esperanza de que algún día podría compartir esto con alguien a quien decidiera confesar más que unas horas en la cama, a quien pudiera susurrarle un te amo, ¿quién sabe?
El conocimiento sobre este blog, que empecé a escribir en el verano, sólo lo posee mi mejor amigo, una amiga a la que veo dos veces por año -con suerte- y un amigo al que en secreto admiro. Entonces, cuando realicé que sería un secreto, no fue para poder pelar con descaro a espaldas y públicamente, tampoco por sentir vergüenza de lo que pienso, sino por algo más allá de lo que pueda significar mi identidad y todo lo que aquello represente.
Siempre he pensado que somos más de lo que aparentamos con nuestro entorno más cercano, más dispersos aún que cuando nos sentamos a mirarnos por más de cinco minutos en un espejo. Nunca me he considerado propio de mí mismo, sino una forma ventajosa sacado de la divergencia de mis yo. Mi elección de vida, años atrás, fue dar y ser lo mejor de mí; la razón de este blog es lo contrario, sin una metáfora cliché de mascara, exponer mis distintos yo.
Convivir con distintas corrientes de pensamiento, contrarias incluso entre sí, puede estar muy cerca, o muy lejos de una entretención. Todos tenemos distintas emociones que funcionan al mismo tiempo de manera contraproducente, y me fascina pensar que aquello marca alguna diferencia. Actuar desde los que sentimos nos vuelve impredecibles, peligrosos por naturaleza al no poder decidir por nuestro propio bien más allá del ahora. No quise vivir así, no obstante, el deseo de sentir, de probar, descubrir y poner a prueba mis facetas, una y otra vez, me hace añorar el actuar desde alguien que no es completamente yo.
Todo lo que he escrito aquí son verdades partes de un todo: mi personalidad, mi yo. Cada una de ellas divergen dentro mío, encuentran armonía, pero a la vez niego que vivan por mí. El miedo, el instinto de autodestrucción, la depresión, el amor, la lujuria y el placer son ejemplos, supongo, de un pasado que vuelve cada tanto para recordarme de dónde vengo -donde sólo quedan fantasmas- y, quizá, hacerme reflexionar hacia dónde voy.
alter egos queriendo escribir sobre lo mismo: feminismo, adolescencia y epifanías (2016).
ahora convergen y me miran de frente, conversamos y, pa darme color, escribo por ella.
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