y doy cuenta de la sensibilidad.
pero esta se halla oculta bajo una gruesa armadura
como piel de lagarto
porque no brilla sino en apariencia espanta
aleja
y como fin intimida
desde mi abuela
mi mamá
y quienes se hayan dado cuenta
con vergüenza la lucen sino se la han arrancado
incluso dentro de la familia esta no se quita
y se espantan unos a otros
incapaces de dejarse sentir
de hacerse sentir
todo se calla
¿se han preguntado por qué la generación de los papás está tan cagada?
cuando se quejan de que nunca le tocaron un pelo a sus hijos y los mal agradecidos ahora no los pescan, o cuando añoran que sus papás les sacaran la chucha y lo correlacionan positivamente con que hasta el día de hoy los quieran.
a mi mamá, mi tía, y mi tío mayor le sacaron la chucha cuando chicos. con correas, mangueras, etcéteras.
a mi tío menor y a mí -ambos criados por mi abuela- nunca nos pegaron.
mi tío es el que anda en otra, el que no pesca. independiente de como sea, al que más critican por estar "ni ahí" con la familia.
yo salí gay. ¿qué más demoledor?
pero no sé si fue sólo por la dictadura, o además la ausencia de golpes, pero ambos definitivamente miramos un poco desde afuera lo que pasa en la familia. a pesar de que transversalmente a todos nos haya cagado la vida la cosmovisión transmitida por nuestra matriarca, cada uno la superó a su modo; pero siempre quedan trancas. y ellas pueden explicar en gran parte las distancias.
ahora, cuando pienso en esos papás que se quejan de que sus hijos no los pescan, yo me pregunto:
¿por qué no se deja de hacer show y piensa mejor de qué forma la cagó?
porque, más encima, -al menos en mi caso- no es que se hablen mucho las cosas. y ante la incomunicación, las heridas cicatrizan mal. y las marcas que quedan son pero de lo más feas. aunque, obvio, por mantener la apariencia, se bloquean y esconden en el fondo de nuestra cabeza.
me hallo en el proceso de buscarlas y dejarme sentir. de quitar todo vestigio de escamosa piel. y de a poco rescatar al yo que se escondió donde sea que se procese la emoción.
este fin de semana, fin de semestre por qué no, he llorado harto. por cosas que me hacía el loco y no quería ver. heridas que no sabía que tenía.
mentiría si dijera que fue planeado. algo de esto comenzó hace casi un año atrás. pero el mérito se lo atribuyo a mi perro. es loco sentirlo como si fuera un hijo. el que quiero que crezca sin trancas, sin golpes. por él di cuenta de la importancia del amor. del hacerse sentir. del comunicar de alguna manera lo que no podemos decir (aunque quizá al mimetizarnos nos logremos entender sin necesidad de piel). y -no sé si tan obvio- pero créditos igual a la marihuana: si no me fuera en malas volás y esforzara por sobrevivir hasta desbloquear lo que me paqueó o hizo irme en la -valga la redundancia- mala volá, quizá aún no daría cuenta de lo escrito en este post: un resumen de lo que me ha pasado el último tiempo. donde me siento más sensible que nunca y no lo veo como algo malo.
en mi última volá sentí que de alguna manera debía ayudar a mi familia. pensé en mi tío. pero está el tema que me tiene más sensible, el que verdaderamente me da pena, el que no sé si pueda arreglar.
quizá más adelante. aún queda invierno por delante.
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