día lunes, estuve una hora en la micro escribiendo sobre quien me había dejado marcando ocupado hasta hace poco. nada de lo que escribí se guardó.
día martes, inicio del viaje más intenso de la vida. (ubicación: algarrobo).
corro a través de bosque, llorando desconsoladamente y no sé por qué. todo se siente demasiado, y a la vez no. me detengo y busco consuelo en un árbol con forma rara. me abruma que todos me juzguen. quiero dejar de llorar, pero no puedo. están esperando que me confiese ante ellos. quieren que pruebe si soy digno de su consuelo o no. grito. estoy muy drogado. los árboles me miran y los miro de vuelta. estoy muy drogado, y escucho las llamas. de un extremo del bosque hay fuego, y del otro autos. en verdad, la sociedad no ha desaparecido, e intento escribirlo. las lágrimas caen, y no quiero hacerlo porque me hayan dicho que lo haga. estoy muy drogado y no puedo escribir. las luces me ciegan, pero no son reales.
los árboles lucen indiferentes ante el niño perdido, carente de cariño que llora a sus raíces. ¿qué le van a hacer? todos se sienten solos, incluso los árboles. sobretodo el que me soportó esa tarde. lo entendí y él a mí, supongo. "estás muy drogado; estás haciendo el ridículo; basta" llegaban como ecos a mi cabeza y se iban. era demasiado y necesitaba reconectarme con mis amigos.
no me olvido de nada. "adiós, árbol. lo siento, pero debo volver con mis amigos" me paro y el mundo se dobla, expande, y oscurece al mismo tiempo. luego vuelve a la normalidad, y otra vez no. el bosque parece infinito y supongo que estoy en el camino correcto, escucho a mis amigos reír.
quería quedarme más rato en el bosque, pero se oscureció en segundos, y un perro apareció para escoltarnos. eran tres perros distintos, o quizá solo uno con tres caras que cambiaban. las distancias son las que más se distorsionan. sobre todo con tanto estímulo. quizás fue demasiado, sentí tanto que no supe como expresarlo. algo en mí cambió cuando salí del bosque. me sentía un niño, ya no jugando solo consigo mismo, sino manifestándose a la vez que juega con la vida. dejándose ser en vez de reprimirse por ser él mismo. ya no quería ser el niño que llora en medio del bosque. ya no quería ser nada. sólo quería jugar. dejar a mi pitiades ser.
corrí hasta encontrar el mar. quiso seducirme y le correspondí. bailamos y jugamos sin importar los demás. unos hombres nos atraparon en el acto, hombres malos que prometió llevarse. no entiendo por qué la gente se mete en los asuntos de los demás. "porque se preocupan" me susurra, y tiene razón. pero ¿por qué?
muy mojado y con mucha arena asustaba a la gente. jugaba con mi mente y los demás, la de los demás. quería disfrutar y que la noche no acabara nunca jamás. volver al departamento fue loco, pero había que hacerlo todo.
tres horas antes del bosque.
mucha ansiedad atraviesa mi mente. ir al bosque y después a la playa, pero antes hay que conseguir todo lo necesario para el viaje. lo que más quieras comer, lo que más quieras beber, y el vicio que quieras disfrutar. pepsi, alfajores artesanales, cerveza cara, chocolates caros y otros varios fueron los elegidos. una vez las listas completas había llegado la hora del trip. mitad cada uno vía oral y sólo queda esperar, caleta en verdad. una hora promedio.
con las pupilas dilatadas y después de un caño comienza la travesía. salir del departamento, bajar en ascensor y salir del condominio. mi mamá elige el peor momento para llamarme por teléfono. apenas la entiendo y supongo que ella igual apenas a mí. las voces suenan muy cercanas y muy distantes a la vez. los colores cambian, la calle se deforma. el cielo rosado siempre ha sido mi favorito. entrar al bosque es como entrar a un templo, místico e imponente. llegamos al claro y nos rendimos ante él. un alma se va lejos y por inercia lo sigo. quiero entenderlo, lo que más deseo. atravieso el bosque antes de darme cuenta. regreso dando mi mayor intento, pero fallo; estrepitosamente. sólo queda admirar cuan grande, imponente y hermoso es el bosque.
mi conciencia se desprendió de mi cuerpo y nada de lo que creía pasaba en realidad. me sentía dichoso, a la vez que lágrimas brotaban de mis ojos. ¿por qué lloro? era una sensación de infancia la que cobraba vida. sentía cómo la vida se burlaba del niño curioso que quiso entenderlo todo. ambicioso e iluso como él solo.
mi conciencia se desprendió de mi cuerpo y nada de lo que creía pasaba en realidad. me sentía dichoso, a la vez que lágrimas brotaban de mis ojos. ¿por qué lloro? era una sensación de infancia la que cobraba vida. sentía cómo la vida se burlaba del niño curioso que quiso entenderlo todo. ambicioso e iluso como él solo.
miércoles, de noche pasado las ocho.
puerta cerrada, ropas mojadas fuera y música a todo volumen. nunca paran de correr caños, y ahora la noche pasa por muchas etapas diferentes y difusas unas de otras. la comida sabe exquisita, los alfajores me los devoro, al igual que mi nuevo favorito: el pan con manjar. recordar hacer una oda al manjar. cada uno hace lo que quiere. algunos pintan, otros escriben, otros bailamos. Grimes y The Smiths son las estrellas de la noche. Metronomy, Crystal Castles y The Chemical Brothers me hacen saltar y bailar como nunca lo he hecho. los tres primeros son mis nuevos descubrimientos.
finalmente, tirado en el sofá fumando tabaco, con una copa de merlot en mi mano y mirándola pintar, entiendo todo.
somos todos distintos, con reacciones distintas y formas de pensar diferentes. gastar energía en averiguar cuáles son no vale la pena, porque nunca las comprenderemos cabalmente. como nosotros, la gente cambia y descubre cosas nuevas. hay que dejarnos ser sin más; sin prejuicios, sin reprimir a nadie, y sin pasarse rollos. quizá siempre esté el miedo de no ser una buena persona, pero es elección de uno serla o no.
quizá olvide en práctica lo que he aprendido con las drogas, pero nunca las sensaciones ni los rollos que he sufrido por ellas. un mal viaje puede convertirse en aprendizaje, así como una epifanía en auto convencimiento vacío y sin fundamento. como sea, reconozcamos nuestro egocentrismo y dejémonos ser. no tiene por qué ser malo.
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